Talía Moreno Zulueta/Articulista/Académica
Si hiciéramos un conteo de cuántas noticias y programas al día nos muestran una tragedia de índole natural, perderíamos la cabeza tratando de explicar de dónde salen tantos fenómenos que, como bien dirían los abuelos “en mis tiempos eso no pasaba”. La cuestión mediática y la abundancia de medio de comunicación, formal e informal ha hecho que constantemente encontremos indicios sobre su incremento, en donde nos muestran diferentes caras del mismo hecho; algunos con un rigor más científicos y otros tantos más sensacionalistas, lo que sin lugar a dudas nos genera una preocupación que claramente, no es para menos. El tópico más recurrente es el Cambio climático, aquél que muchas veces es homologado con el calentamiento global y que si bien tiene una relación, no es lo mismo, pues éste último es una de las tantas consecuencias del primero y dicho sea de paso, a veces, más bien estamos hablando de variabilidad climática.
Y es entonces cuando pretendemos dejar de leer y mejor cambiarle de página, pero, queridos lectores, es de suma importancia que sepamos identificar cada uno de los conceptos para entender lo que está ocurriendo en nuestro Planeta: cuestiones como lo suscitado hace algunos días en el Mediterráneo español, el incremento de fenómenos hidrometeorológicos como huracanes y lluvias extraordinarias; el desplazamiento y aparición de enfermedades donde antes, nunca habían sido vistas, entre otras. Iniciemos diciendo que el Cambio climático, como tal, es un proceso añejo y común, pues a través de 4,600 millones de años que tiene la Tierra, supondríamos que cada cierto tiempo geológico ocurren alteraciones no solamente en el clima terrestre, sino en la posición del globo, sus masas continentales e inclusive, su interior. A raíz de la Revolución Industrial, en el Siglo XIX se han acelerado todos aquéllos procesos que de forma natural se presentan, por tanto, el factor de presión es el ser humano. Lo anterior origina una serie de consecuencias, entre ellas el calentamiento global, presionando los ecosistemas y obstaculizando que el propio tiempo los regenere. Cuando nos referimos a cambios rápidos, repentinos y poco estables es tema de la variabilidad climática, por ejemplo ondas de calor, tormentas invernales y lluvias extremas.
Aunque con una diferencia sutil, el cambio climático necesita un factor clave para serlo: el tiempo. A través del estudio de períodos largos, entre 30 y 50 años señalando constancia en los fenómenos, podremos afirmar entonces, que un “desastre” es parte del Cambio Climático. Lo único que resta por reflexionar es que sea uno u otro, hoy o en medio siglo, existe la inequívoca la necesidad latente de actuar y transformar hábitos que ejercen presión sobre nuestro hogar, nuestra Tierra y ponen en riesgo la calidad de vida de las generaciones futuras.